martes, julio 02, 2013

Sobre "Agosto" de Romina Paula

Rosario Bléfari lee Agosto, de Romina Paula, y lo comenta en su blog Leer en todas partes


El actor Esteban Bigliardi me trajo un regalo al set de "Un mundo misterioso".  Estamos rodando en Colonia, una escena en el casino, donde su personaje se deja llevar por el mío, ya que va como bola sin manija después que se separó. 
En un almuerzo me da el regalo, es un libro, Agosto, de Romina Paula, su directora en la obra de teatro El tiempo todo entero.  Esteban dice que le gustó tanto que le dan ganas que otros la lean, por eso compra más de una cuando puede y la anda regalando. Estos son los anónimos actos de gestión cultural espontánea que son indispensables por fuera de cualquier ausencia o presencia de políticas culturales. Por eso después de leerla y que a mí también me haya gustado mucho, la recomendé, se la presté a algunos y al tener esta ocasión de que más personas se enteren no dudé en elegirla como uno de los libros que les puede interesar leer, gracias a que este espacio al que me han convocado me permite amplificar estas señales espontáneas y personales.
Romina Paula nació en Buenos Aires en 1979 es directora de teatro y dramaturga  además de escribir novelas (con El tiempo todo entero estuvieron de gira por Francia dos veces y próximamente estrenará:  Fauna), pero también es actriz. Se la puede ver en "El estudiante" de Santiago Mitre. Esta es su segunda novela, la primera se llamó ¿Vos me querés a mí? y también la publicó la editorial Entropía.
Como se trata de un viaje al sur, Esquel,  adonde la protagonista regresa para esparcir las cenizas de una amiga y  en el programa se entra al momento de los libros por algo que llaman disparador y que parte de un tema más general, y también porque me es familiar ese escenario, elegí el sur, la idea de sur, nuestra idea de sur que esta novela profundiza desde una segunda persona que le habla a la amiga ausente. Y bien digo le habla porque la lectura de Agosto es como escuchar hablar, o algo así, algo intermedio porque no deja de ser literario, o se constituye en literario a partir de existir. Sea como sea resulta muy fácil de leer, por una razón distinta a la de la lectura de Sabbatella, es algo que tiene más que ver, tal vez, con lo acostumbrados como estamos hoy a la conversación por escrito.

Una muestra: 


Citas de Agosto, Romina Paula, Entropía, 2009
1) Pag 141,142
..."Bajo la ventanilla un poco mientras vamos hacia la ruta, para que me pegue el frío en la cara, para sentirle el olor a Trelew.Ahora la ciudad no huele mucho, sólo a frío, pero ya en el descampado hay algo de pasto, de basura, de polvo, de noche. A mi me gusta la noche, me gusta la trifulca. Me gusta rozar y no entender, sentir telas y estar confundida, un calor en una tela, ul olor, aroma, algo. Y la saliva y el peso, el peso del cuerpo, del otro, contra la ropa cuando hace frío, todo eso ahí atrapado en una tela, eso que es alguien, esto que hace todo tan hipnótico. Ver gente en la oscuridad, ver en la oscuridad que altera tanto la percepción, arroparse en la oscuridad, contra alguien, contra algo, una espalda, un pecho, algo que envuelva/envolvente, decir cositas, pocas, entre besar y besar, volver a la boca del otro como una estocada, una nueva, renovada, volcarse hacia el otro, sobre, recuperar la boca, ésa, una, una vez más y empezar todo de nuevo, todo de nuevo, la lengua, el olor de la boca y del contorno, del contorno de esa boca, no todas las salivas se secan por igual. No, para nada, un augurio, un auspicio, perder la noción de las partes del otro, de dónde están, de cómo se distribuyen, qué parte de la cara es cuál, cuál parte de la boca es qué, diferencia de tamaños, distorsión de tamaños, de proporciones y espacio, distorsión de una mejilla contra otra, cerca lejos en, los áspero, lo que no lo es. Lugares nocturnos llenos de humo y cuerpos y posibilidades, aunque no siempre, pero la proximidad y ese arrastrarse, arrojarse hacia, contra esos cuerpos y a veces, y de a momentos, entrar, entrarle, a eso, a todo, ir. Robarles un poco de ellos mismos cuando no se dan cuenta, o sí, para que se den y aun así no puedan acusarlo a uno de nada, de nada de lo que uno no pueda defenderse."

2)pag. 119,120
"Todavía es de noche cuando vamos para la ruta. Tengo ganas de este momento, me doy cuenta de eso. Todo de este momento me da ganas y me gusta, hasta el frío: salir a la ruta de madrugada, tener un equipo de mate a mis pies, listo para ser cebado, los bizcochos en la misma bolsa, el camino a través del desierto, la compañía de Julián, su proximidad, estar enfundada en tu campera, reposar mi nuca en la capucha contra el cuero, la cuerina del asiento, el vapor de las ventanillas, la música, la música que vamos a poder escuchar, todas esas canciones. Y hablar, poder hablar con julián o tal vez no hacerlo, poder elegir no hacerlo, eso también. Llena de posibles algos, así me siento, así estoy. A mi alrededor, pura ventanilla. Y al otro lado del vidrio Esquel, la montaña, la mañana , el amanecer y pronto, la nada, el vacío absoluto, un vacío absoluto, con mañana, con sol. El primer rato estamos en silencio. Paramos, cargamos nafta, Juli me pregunta si necesito algo, apenas si llego a decir que no, a negar con la cabeza. El hace el trámite, vuelve al auto y me regala un Paragüitas. Gracias le digo y me lo guardo en el bolsillo de la campera. Tu campera, la nuestra. Juli arranca, da la vuelta a la rotonda: ahora sí que estamos en camino. Me dice que elija algo de música, le respondo que por mí todavía no, que por ahora estoy bien con el silencio, que si le molesta seguir un rato así sin música y él que no, que todo bien, pero que entonces le cebe unos mates porque sino se queda dormido".
Lugar para leerlo CAMA

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