viernes, julio 26, 2013

En planos secuencia

Raúl Fedele lee Fauna / El tiempo todo entero / Algo de ruido hace, de Romina Paula y la reseña para el diario El Litoral, de Santa Fe.


En Fauna (obra estrenada en 2013), que abre este volumen, una actriz y un director visitan a los hijos de una fallecida poeta, Fauna, con el fin de conocer algunos hechos particulares de su vida fascinante, que quieren llevar al cine. La hija y el hijo de Fauna, y la actriz y el director van desplegando un intercambio y desenmascaramiento de roles, persiguiendo -o mejor, dirigidos como marionetas por- el fantasma de la ausente que evocan.

En El tiempo todo entero (estrenada en 2010), una muchacha se recluye en su casa, a pesar de los esfuerzos de su madre, de su hermano y de un visitante casual. “No me gusta salir. No me gusta la gente en general. Me gustan mi hermano, mi mamá”, argumenta, aunque con su madre se lleva muy mal. La salida, la fuga como supuestos signos de independencia y el claustro como repliegue y defensa vinculan a los cuatro personajes en un círculo envolvente.

En Algo de ruido hace (estrenada en 2007), dos hermanos varones viven en Miramar, aislados y estrechamente unidos tras la muerte de la madre. Llega a visitarlos una prima, para quien este reducto parece ser el último lugar al que recurrir. En el pasado hubo con esta prima juegos amorosos; ahora ella descubre los muchos particulares siniestros que envuelven a la supervivencia encadenada de los dos hermanos. Ella quiere y no puede irse. La presunta última noche que pasará con ellos pide compartir el living donde duermen los hermanos, y uno de ellos cuenta la historia de aquellos dos hermanos de Borges que aman y se disputan una mujer, a la que finalmente asesinan para que deje de enemistarlos.

Historias, pues, de retorcimientos y neurosis familiares, fraternales, amorosos, hilados con diálogos que permiten ver mucho más allá de lo que dicen, magia posible gracias al desprejuicio emotivo y al idiolecto lleno de modismos y resonancias, que hace acopio inteligentemente de una de las mejores tradiciones literarias argentinas, aprovechando las maravillas que alcanzaron Manuel Puig, el Copi en castellano, Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo, Marco Denevi...

Una particularidad de estas obras es además el uso de citaciones, epígrafes, alusiones, revisitaciones. Así, Fauna comienza con el recitado y una glosa de “Experiencia de la muerte”, poema de Rainer Maria Rilke, y termina con una apelación directa a “Saverio el cruel” de Roberto Arlt y a Calderón de la Barca, de quien la actriz cita algunos versos en un momento de la obra.

En El tiempo todo entero, una canción de Marco Antonio Solís abre y cierra la obra, aparte de la intervención de un retrato de Frida Kahlo que da pie a anécdotas de su vida y obra (v.g. sobre aquel cuadro en que dos pajaritos sostienen una banderita que reza: “Unos cuantos piquetitos!”). También participan el final de Moby Dick y canciones de Rata Blanca y Chavela Vargas.

En Algo de ruido hace, el cuento “La intrusa” de Jorge Luis Borges, recontado a su manera por uno de los hermanos en medio de la noche (“la chica debajo de la sábana”, indica una acotación) cierra (con un moño, se diría) la historia de la mujer que ha venido a interrumpir el abrazo umbilical de los dos hermanos.

Vale la pena detenerse en esta proliferación y acumulación de citas, no porque sean una originalidad de la autora, al contrario, sean literarias o simple enunciación de marcas comerciales han sido y son un recurso común en los autores de las últimas generaciones; pero lo que en general no pasa de ser más que guiños cómplices, esnobismo o enrolamiento junto a lo que goza de prestigio, aquí se convierte en contundentes elementos expresivos.
En suma, un volumen digno de destacarse, en el nada claro panorama de la dramaturgia argentina actual.

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