Entrevista a Damián González Bertolino, autor de El increíble Springer.
Por Pablo Chacón para Télam.
En “El increíble Springer”, el escritor uruguayo Damián
González Bertolino arma una novela de iniciación desarmando los tópicos de esa
suerte de subgénero, introduciendo la extrañeza en la extrañeza en una ciudad
marítima afantasmada por el invierno, el vacío y la bruma que como otros
personajes, acompañan la transición, de la pubertad al mundo adulto.
El libro, publicado por la editorial Entropía, es una
hermosa reflexión sobre ese momento clave, de inflexión o transformación que a
veces o casi siempre llega cuando nadie lo espera.
González Bertolino nació en 1980 en Punta del Este, Uruguay,
y tiene publicadas otras dos novelas, “El fondo” y “Los trabajos del amor”.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
T : "El increíble...", en principio, ¿es una
novela de formación, un bildungsroman, como suele decirse?
GB : Sí, tiene varios de los elementos de ese tipo de
relatos. Me acuerdo que cuando ya llevaba una buena cantidad de páginas
escritas de pronto fui consciente que estaba entrando en ese género, lo que me
hacía pensar en que me introducía en un molde. Ese molde ayudaba a la hora de
escribir, porque brindaba ciertas pautas, y a la vez podía limitar. Creo que
algo de esa tensión estuvo presente mientras escribí "El increíble…",
principalmente porque lo que quería hacer era meterme con una parte de la vida
de mi padre. Claro que ese momento de su vida coincidió con lo que llamamos la
"formación sentimental"; es decir, fue uno de los momentos más
representativos de su hasta entonces corta vida, porque condensó un dolor que
le venía de muchas otras partes de la existencia.
T : Esa Punta del Este desolada, invernal, vacía, ¿es la
tuya, fue la tuya? Lo pregunto porque parece una protagonista más de la novela.
GB : Es verdad. Quise que el paisaje tuviera un cierto rol
protagónico. Ojalá lo haya logrado. Esa Punta del Este fue la de la infancia de
mi padre, pero también la de mi propia infancia en los 80 y aún la Punta del
Este que puede apreciarse en algunos rincones hoy por hoy. Aunque hacía varios
años que tenía la idea en mente, recién pude comenzar a escribir esta historia
cuando comprendí que si quería evocar o imaginar lo que no sabía de la infancia
de mi padre, primero tenía que vislumbrar algo, lo que fuera del espacio por el
que él se había movido. Por otra parte, tengo una fascinación con Punta del
Este en invierno desde que soy niño. Las casas de los turistas son abandonadas,
los jardines de pronto se vuelven agrestes y misteriosos, casi góticos,
decadentes, y los objetos hablan por sí mismos. Entonces, con el aire marino,
llega el óxido como la expresión de la soledad, del mundo revelándose tal cual es.
Los carteles, las rejas, los decorados, todo lo que puede ser mordido por el
óxido sufre un lento cambio que nos recuerda cómo sería en realidad todo ese
mundo. Cuando está por llegar el verano, batallones de empleados empiezan a
remover las superficies para que brillen. Por cosas así siempre asocié el óxido
con el nacimiento de la intimidad, que suele ser algo opaco, además.
T : Esa tensión entre lo familiar y lo siniestro es lo que
supone la entrada de la enfermedad. ¿Pero no podría leerse como un rito iniciático desplazado?
GB : Sí, es posible. O también como la renuncia a entrar en
ese mundo donde hay que pasar por los ritos. Pero también es cierto que eso le
ocurrió a alguien en la vida real.
T : ¿Cuál es el lugar de Ferreira en la narración? Lo veo
como a un Juan Carlos Onetti en la bruma.
GB : Es posible en el sentido de que Ferreira (o los
Ferreira, padre e hijo) es un personaje aparecido de la nada, con un pasado
extraño, cuya información es escamoteada. Eso aparece en Onetti, y es un
recurso que él, creo, tomó la de la literatura del gótico sureño, que admiraba.
En mi caso, también fue así, pensé más en Carson McCullers o Flannery O'Connor
que en Onetti. Para mí la aparición de Ferreira era un poco como la aparición
del primo Lymon en "La balada del café triste".
T : Al respecto, ¿cómo te ubicás en la tradición literaria
rioplatense?
GB : Me cuesta mucho responder algo así. Acá en Uruguay se
me nombra como uno de los integrantes de una nueva generación de narradores.
Algo efímero, porque en cinco o diez años la nueva generación ya va a ser otra,
así que los de ahora vamos a estar más tranquilos. Pero, sinceramente, no estoy
preocupado por pensar en una cuestión de ese tipo.
T : Tres libros sobre los que volvés siempre.
GB : "Tierra y Tiempo", de Juan José
Morosoli, las Novelas Ejemplares de
Cervantes y, últimamente, los apuntes de Elias Canetti, de un modo casi
oracular.