Por Damián Huergo para Revista Acción
Todo empezó con una llamada. De un lado del teléfono, Werner
Herzog en Munich. Del otro, en París, un amigo que le comunicaba que Lotte
Eisner estaba enferma, grave. Eisner fue una de las primeras críticas de cine,
guardiana de la historia del cine alemán y, en particular, madrina de la
generación de cineastas de posguerra. Herzog no concibió lo que escuchaba. Y,
apelando a la invención de un ritual, se propuso caminar en línea recta desde
Munich a París para impedir la muerte de su adorada Eisner. Del caminar sobre
hielo es el diario que escribió durante noviembre y diciembre de 1974, en su
andar por una fría y fantasmal Europa. Como si fuese un largo plano secuencia,
va describiendo todo lo que ve a su paso: granjas, remolinos, cuervos, bares,
escombros y nieve, mucha nieve. A la vez, narra los efectos del camino en su
cuerpo, la resistencia de la naturaleza ante su paso intuitivo. Al llegar a
París, su pedido parece haber sido escuchado: Eisner continuó con vida los
siguientes 9 años. Como se lee en el libro: «Solo si fuera una película creería
que todo esto es real».
No hay comentarios.:
Publicar un comentario