Por Pablo Gianera para La Nación
Se me invitó hace poco más de un mes a una mesa redonda para que me pronunciara sobre la situación, por decirlo así, terminal de la novela en cuanto género. No dije nada que no hubiera dicho antes. Insistí en su validez perdida y me amparé en Juan José Saer y en su idea de que la novela no era más que un período histórico, ya concluido, de la narración.
Con todo, al terminar, algunos asistentes me pidieron
nombres de argentinos que trabajaran ahora (y "ahora" aludía literalmente
a estos años, no el espacio más vasto de la contemporaneidad) salidos del
quicio de tramas, personajes, enigmas. No respondí entonces. Más tarde anoté en
una libreta lo siguiente: "¿Puede la novela seguir pensándose a sí misma?
Pensarse a sí misma querría decir pensar «contra» sí misma, pensar en su propia
imposibilidad / Las series de artistas de Guebel - Baroni de Chejfec".
Tenía en mente esos libros sin género, esas falsas ficciones, en los que la
consideración de otras artes (por ejemplo, la pintura o la escultura)
permitiría reflexivamente extraer conclusiones, no siempre explícitas, acerca
de la propia literatura.
La semana pasada me llegó justamente un libro nuevo de
Sergio Chejfec con el inquietante título de Últimas noticias de la escritura. Ese
título me alarmó: ¿sostendría Chejfec que también la escritura lisa y llana
había concluido? No parece ser así, aunque no convendría despejar la
ambigüedad: "últimas" no implica en principio escatología, sino
simple cercanía cronológica, y "escritura" se refiere a la más pura
materialidad: los trazos de tinta en el papel, los signos lumínicos de la
pantalla. Era otro punto de partida: la historia de una libreta verde -la
libreta verde de quien escribe- va desplegándose no como el registro de las
anotaciones en ella, sino como forma constituida a partir de las condiciones de
posibilidad de la escritura misma. La libreta, que el autor llama "mascota
inerte", es en realidad objeto y metáfora mayor.
Casi al principio, Chejfec hace una observación sobre las tecnologías
de escritura que vale la pena citar: "Las formas materiales de escribir
son diversas, pueden implicar varios tipos de artefactos; y sin embargo la
paradoja, al menos por ahora, es que los resultados, al contrario, están muy
poco alejados. La organización textual sigue siendo básicamente la misma que en
el pasado: la palabra, la línea, el párrafo, la página".
Pero el pasaje de la caligrafía a la tipografía mecánica o
digital pueda tal vez, paradójicamente, comprenderse mejor si se lo piensa en casos
ajenos a las palabras; por ejemplo, la notación musical. Quien se detenga en el
manuscrito de las Seis piezas para piano opus 19 de Arnold Schönberg (hay una
hermosa edición facsimilar que permite advertir con claridad los detalles) verá
capas que se manifiestan y se vuelven evidentes por efecto de los distintos
instrumentos de escritura: la vacilación escasa en la anotación en tinta, las
correcciones en lápiz negro, las indicaciones para la interpretación en rojo.
También en este caso la organización textual se despliega en la línea, que es
tiempo, pero, por otro lado, esas capas son simultáneas en el plano de la
página y se ofrecen a una lectura pictórica.
Es lo que pasa también con las libretas. Personalmente, uso
invariablemente libretas de tapas negras. Me gusta esa indiferencia exterior
que enmascara la mayor desemejanza interior. Con el correr del tiempo, ya no se
entiende aquello que está escrito: la letra que era legible para quien tomó
nota deja de serlo para quien (el mismo, pasado el tiempo) quiere leerla. Sin
embargo, ese otro, ese mismo, se reconoce en las oscilaciones episódicas del
dibujo.
Chejfec menciona la escritura "asémica" de Mirtha
Dermisache, pero bien podría haber hablado de ciertos trabajos de Eduardo
Stupía o de esas pinturas de Henri Michaux que simulan escritura: signos sobre
signos, signos sin sentido verbal cuyo único sentido proviene de la imitación
gráfica de aquello en lo que se funda el sentido. Como quien habla por fonética
una lengua que no conoce. "Frases sin las palabras, sin los sonidos, sin
el sentido", anotó Michaux en Conocimiento por los abismos. Probablemente
no sea otro el lenguaje ilegible que duerme entre las tapas de la libreta.
2 comentarios:
De Chejfec he leído 'La experiencia dramática' y esta otro título me interesa mucho.
Saludos,
Gracias, Carmen. Es un buen libro, sí.
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